4.15.2009

Carta a Leonel Fernández

4 de agosto de 2008
Dr. Leonel Fernández Reyna
Presidente Constitucional de la
República Dominicana
Palacio Nacional
Santo Domingo
Señor Presidente:

El 27 de julio de 2005 le envié una carta en la cual presenté la posición de un conjunto de expertos sobre la quiebra bancaria que afectó a la economía nacional durante el período 2003-2004. Hoy la justicia dominicana ha confirmado que esa crisis bancaria fue causada por actuaciones fraudulentas totalmente divorciadas de la política económica de mi gobierno.

La sentencia con relación al caso Baninter es consistente con las opiniones que externaron sobre ese tema desde mediados del año 2003 las entidades financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, BID), la CEPAL, el PNUD, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, las embajadas extranjeras (Estados Unidos, Unión Europea, Canadá), los expertos internacionales, la Asociación de Bancos de la República Dominicana, el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), Participación Ciudadana y la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS).
En la sentencia No. 0052-TS-2008 dictada por la Tercera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional el 17 de abril de 2008, se establece que los imputados son "culpables de alteración, desfiguración y ocultación de datos o antecedentes, libros, estados de cuentas con el fin de obstaculizar, dificultar, desviar o evadir la fiscalización que corresponda efectuar a la Superintendencia de Bancos, así como la elaboración, aprobación o presentación de un balance o estado financiero adulterado o falso y la ejecución y aprobación de operaciones para encubrir la situación del Banco Intercontinental, S.A."
La decisión de la justicia dominicana, complementada por ese grupo de opiniones totalmente independientes, demuestra que la acusación de usted y algunos de los funcionarios de su equipo económico contra mi gobierno es totalmente infundada y politiquera.
El pueblo dominicano ya sabe quién habló verdad y quién dijo mentira.
Del análisis de esos expertos se concluye que la crisis bancaria fue el resultado de un fraude que ocurrió desde 1989 hasta el momento de la intervención bancaria en 2003.
En mi gobierno, tan pronto nos percatamos de la insolvencia de las tres entidades financieras, que posteriormente colapsaron, intervinimos para proteger a los depositantes y al sistema financiero. Casi todos los expertos y organismos mencionados reconocieron que la decisión de rescatar a los depositantes de los bancos quebrados se tomó dada la elevada probabilidad de que de no hacerlo el resto del sistema bancario se contagiase, dando lugar a una crisis sistémica que hiciese colapsar el sistema de pagos. Las autoridades actuales del Banco Central podrían ratificarle si es o no cierto que 19 asociaciones de ahorros y préstamos, 3 bancos múltiples y varios fondos de pensiones, planes de retiro, así como fundaciones, organizaciones no gubernamentales e iglesias tenían depósitos sustanciales en los bancos quebrados.
Ante el colapso de tres entidades financieras de gran tamaño teníamos una opcion: rescatar o no a los depositantes que habían creído en lo que los diferentes gobiernos, durante años, les habían dicho: que ahorrar y depositar en nuestros bancos era seguro. Su misma Fundación, Señor Presidente, la Fundación Global Democracia y Desarrollo se encontraba entre los depositantes de uno de los bancos quebrados, con dos cuentas corrientes, una cuenta de ahorro y 64 certificados financieros que totalizaban RD$119,132,136.98.
No dudé un solo instante en reconocer que la decisión tomada por las autoridades monetarias y financieras de mi gobierno fue la correcta. Reconozco que la forma en que se rescató a los depositantes y ahorrantes, con títulos y certificados de corto plazo, es un tema que está sujeto a
debate y argumentaciones. Pero cuando se está frente a un riesgo de contagio tan elevado como el que calculaban las autoridades monetarias y el propio FMI, no hay mucho espacio ni tiempo para teorizar y "conceptualizar", mientras cientos de miles de depositantes y ahorrantes de todo el sistema están a la espera de señales para determinar si mudan o no sus ahorros al exterior.
Debo resaltar que los eventos recientes ocurridos en los sistemas financieros de los Estados Unidos y Europa confirman que nuestra decisión de salvar a más de 700 mil depositantes de las tres entidades bancarias quebradas entre el 2003 y el 2004 fue totalmente correcta.
El salvamento del banco hipotecario inglés Northern Rock, del banco alemán estatal IKB Deutsche Industriebank, del banco de inversión estadounidense Bear Stearns, del banco de ahorros y préstamos, también norteamericano, IndyMac y del decidido apoyo de las autoridades monetarias y del Tesoro Norteamericano a las entidades hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac es una demostración fehaciente de que la necesidad de proteger a los depositantes es indispensable para asegurar la estabilidad del sistema financiero y de pagos de una nación.
Las autoridades monetarias decidieron salvar a todos los depositantes del Northern Rock, octavo banco en tamaño del Reino Unido, con el objetivo de evitar que el riesgo sistémico afectara al resto de las entidades financieras inglesas. Hacia mediados del año 2007, el Banco de Inglaterra destinó US$49 mil millones al banco Northern Rock debido a que no tenía liquidez para enfrentar el retiro de depósitos, a pesar de que el límite de recursos asegurados era de sólo un monto equivalente a US$70 mil por cuenta de depósitos.
En el año 2007 el gobierno alemán otorgó garantías a los depositantes del banco estatal IKB Deutsche Industriebank, uno de los principales prestamistas corporativos alemanes, por un monto de US$15 mil millones para asegurarles sus recursos colocados y evitar una crisis de confianza en el sistema bancario producto de su caída. Entre agosto de 2007 y marzo de 2008 el costo del salvamento acumulado de los depositantes ascendió a US$12.4 mil millones.
En Estados Unidos, el rescate del banco de inversiones Bear Stearns es otra demostración de la importancia que tiene el detener a tiempo el riesgo sistémico. Ese banco de inversión colapsó estrepitosamente el viernes 14 de marzo de 2008 debido a la realización de malas inversiones financieras. En menos de una semana se evaporaron miles de millones de dólares de su valor accionario, al pasar el precio de sus acciones de US$61.58 a sólo US$2. Esa caída llevó a la Reserva Federal, el banco central estadounidense, a prestarle a fondo perdido a JP Morgan Chase US$30 mil millones para facilitar la adquisición de los activos y pasivos de Bear Stearns.
La quiebra de ese banco de inversiones revela que la Reserva Federal (Fed) está dispuesta a inyectar toda la liquidez necesaria para evitar un contagio al resto del sistema bancario estadounidense. Cabe señalar que además de los US$30 mil millones que la Fed colocó en el salvamento de los acreedores de Bear Stearns, el banco central norteamericano reveló que prestaría US$200 mil millones –alrededor de 1.1% del PIB- a las firmas de corretaje, así como a las entidades hipotecarias Fannie Mae y a Freddie Mac, bajo las mismas condiciones que le presta liquidez a los bancos comerciales regulados, tomando como garantía instrumentos financieros respaldados por hipotecas. Se estima que el apoyo estatal a Fannie Mae y a Freddie Mac le costará al gobierno estadounidense US$25 mil millones. Esto significa que la Fed está dispuesta a absorber cuantiosas pérdidas a cambio de asegurar la estabilidad del sistema de pagos norteamericano.
En julio de este año, el gobierno de los Estados Unidos decidió colocar bajo su control al IndyMac Bank, segunda entidad hipotecaria estadounidense poseedora de activos por un valor total de US$32 mil millones, debido a la pérdida de su valor patrimonial. El IndyMac es la tercera institución bancaria más importante en ser intervenida desde el 1984, cuando se nacionalizó el Continental Illinois Bank, el cual poseía más de US$40 mil millones en activos. El costo del salvamento de los depositantes del IndyMack se estima que oscilará en un rango que va de US$4 a US$8 mil millones. La Oficina de Supervisión de Entidades de Ahorros y Préstamos (la OTS por sus siglas en inglés) le informó a todos los depositantes que el banco se llamará el IndyMac Federal Bank, y estará bajo el control total del gobierno estadounidense.
La decisión de tomar el control del IndyMac se tomó con el objetivo de evitar que el riesgo sistémico se esparciera hacia el resto de las entidades financieras de ahorros y préstamos y bancos hipotecarios. El viernes 25 de julio el gobierno estadounidense anunció la intervención de dos bancos más. El First National Bank of Nevada (Nevada) y el First Heritage Bank of Newport Beach (California) sufrieron una fuerte disminución de su patrimonio que obligó al Departamento del Tesoro a hacerse cargo de todos los depositantes. Se estima que el costo del salvamento será de US$862 millones.
La inyección de liquidez en los Estados Unidos y la disminución de las tasas de interés han estado provocando la pérdida de valor del dólar frente a otras monedas. Específicamente, en los últimos meses el dólar se ha devaluado con relación al Euro en un 22% y con relación a una canasta de las
principales monedas del mundo en un 14%.

Un aspecto a resaltar de la intervención de la Fed, del Tesoro Norteamericano, del Banco de Inglaterra y del Banco Central Europeo es que los principales líderes políticos estadounidenses y europeos, tanto oficialistas como de oposición, han apoyado la adopción de las medidas tomadas para asegurar la estabilidad del sistema financiero y siempre han demostrado su voluntad a cooperar por el bien de sus países.
Las medidas adoptadas por la Fed para enfrentar las turbulencias que se registran en el mercado financiero estadounidense son muy parecidas a las que adoptó el Banco Central de la República Dominicana en el año 2003.
Frente a la crisis bancaria que afectó a tres importantes entidades financieras dominicanas, el Banco Central inyectó los recursos necesarios para satisfacer la liquidez que requería el sistema financiero. La diferencia es que la Fed inyectó un monto equivalente a un 1.1% del PIB y en la República Dominicana fue necesario inyectar liquidez por una suma ascendente al 21% del PIB.
No conozco una sola crisis bancaria en el mundo que no haya tenido serias repercusiones fiscales. La de Argentina (1980) e Indonesia (1997) costaron 55% del PIB, China (1999) 47%, Jamaica (1995) 44%, Chile (1981) 42%, Tailandia (1997) 35%, Macedonia (1993) 32%, Uruguay (1981) y Turquía (2000) 31%, Israel (1983) 30%, Corea del Sur (1997) 28%, Japón (1992) 24%, Venezuela (1994) 22%, Ecuador (1998) 20%, y México (1994) 19%.
¿Por qué generan esos costos fiscales? Porque al final de cuentas, el riesgo de no rescatar a los bancos y/o los depositantes es demasiado elevado.
La crisis económica y financiera del 2003, que se manifestó en forma de una fuerte devaluación, inflación acelerada, aumento del déficit del sector público -debido al surgimiento de un considerable déficit cuasi fiscal del Banco Central-, pérdida de reservas, aumento de la deuda pública, y estancamiento económico, fue desencadenada por la crisis bancaria, y no al revés, como usted y algunos de sus funcionarios se empecinan en señalar.
Debo resaltar que ninguno de los expertos y organismos mencionados ha afirmado que en el período 2001-2002 el país estaba inmerso en una crisis económica. Todo lo contrario, la economía dominicana era extraordinariamente saludable.
Por si usted no lo recuerda, el PIB real estaba creciendo a una tasa de un 7.3% durante el primer semestre del 2002 –mientras que América Latina decrecía a una tasa de 0.5%-, superando además a la tasa de crecimiento actual. El déficit del sector público consolidado era de un 2.2% del PIB, inferior al déficit de un 4.3% que usted me entregó en agosto del 2000 y al 4.2% que registra actualmente las finanzas del Estado Dominicano. El déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos era de un 4.3% del PIB durante los primeros 9 meses del 2002, inferior al 6.7% que usted me entregó en agosto del 2000 y mucho menor al déficit de un 9.5% que se pronostica –en el mejor de los casos- para el año 2008.

En agosto del 2000, usted me entregó una economía con una tasa de cambio de RD$16.50 por dólar. En agosto del 2002, es decir, dos años después, la tasa de cambio era de RD$18.46 por dólar, para una depreciación acumulada en dos años de 11.9%, la cual estaba bastante en línea con la inflación de 14.3% que se verificó de agosto del 2000 a agosto del 2002, revelando que el tipo de cambio real no sufrió movimientos bruscos que pudiesen atentar contra ningún sector particular de la economía. No sé por qué algunos de sus funcionarios sostienen que cuando el Baninter comenzó a solicitar asistencia de liquidez de parte del Banco Central en agosto del 2002, la tasa de cambio ascendía a 20, 23 ó 26 por uno, cuando en realidad era de 18.46 por dólar, lo cual utilizan para sustentar la tesis absurda de que fue la 'crisis cambiaria' la que detonó la crisis bancaria.

No olvide, Señor Presidente, que en agosto del 2002, cuando Baninter comenzó a solicitar asistencia de liquidez, las Reservas Internacionales Netas del Banco Central eran de US$546 millones, casi tres veces las que usted me entregó. Recuerde que usted me entregó un Banco Central con US$197 millones de Reservas Internacionales Netas, que se debió a su decisión de no ajustar los precios de los combustibles en octubre de 1999 y la decisión tomada por las autoridades del Banco Central de consumir gradualmente las reservas que existían en ese momento hasta llegar a agosto del 2000. Las reservas se desplomaron en US$350 millones de diciembre de 1999 a agosto del 2000. Algo similar sucedió entre enero y junio del 2008, cuando debido al desbordamiento del gasto público, provocado por sus ansias de comprar las elecciones de este año, se perdieron US$ 510 millones.

Como ve, Señor Presidente, los indicadores económicos que mostraba la economía dominicana durante los primeros 8 meses del 2002, eran mejores que los que usted me entregó en agosto del 2000 y mucho mejores que los producidos por su política económica actual.
Esto demuestra que el fraude bancario provocó la crisis económica y, en consecuencia, el empobrecimiento de una gran cantidad de dominicanos. A pesar del costo político, tomé la decisión de salvar a cientos de miles de depositantes, inyectando la liquidez que necesitaba el sistema financiero nacional. En ese momento crítico de nuestra vida republicana, puse los intereses de la nación por encima de los míos o los del partido, contrario a lo que hizo usted en ese momento que se colocó del lado de los que llevaron al país a la crisis para sacarle provecho político y electoral cuando las circunstancias demandaban una actitud más consecuente con la nación.
Yo no tuve, ni tengo, intereses alrededor de los bancos quebrados. Pero si los hubiera tenido no le quepa a usted ninguna duda de que habría actuado exactamente igual, llevando el caso a los tribunales como lo hicimos. Yo pude haber jugado a la política con la crisis, pude valerme de ella para sacarle provecho electoral, pero nunca he sido un demagogo ni un oportunista. Habría sido un acto de irresponsabilidad que yo mismo no me lo hubiera perdonado jamás porque soy un hombre de principios y de valores.
Pero tampoco el pueblo, ni la historia, me lo perdonarían nunca. Actué como tenía que actuar. Hoy los hechos me dan la razón. La sentencia condenatoria a los involucrados en el fraude bancario no puede ser más explicita.
Como puede usted ver, Presidente, el agua se aclara sola al paso de la corriente. Como en el 2003, el país se ve sacudido por una grave crisis económica, pero por factores diferentes. Tiene usted en sus manos una gran responsabilidad. Contrario a como usted actuó estando en la oposición, yo no pienso actuar demagógicamente, ni oportunistamente para sacarle provecho político a la crisis. Actuaré como debe actuar un dirigente político serio y responsable, actuaré como debe actuar un ex presidente de la República, como un Estadista.
Presidente, la situación económica del país en estos momentos es tan o más difícil que en el 2003. No creo que el pueblo soporte durante mucho tiempo esta situación. Al pueblo no podemos pedirle que continúe apretándose el cinturón de la pobreza y la miseria.
Espero que usted sepa corregir el rumbo de su política económica, pues, si no lo hace, las elevadas tasas de interés, la aceleración de la tasa de inflación, el déficit fiscal y de la cuenta corriente de la balanza de pagos, la recesión económica y el mayor desempleo provocarían el deterioro de la calidad de la cartera de la banca, poniendo en peligro la estabilidad macroeconómica y el bienestar de todo el pueblo dominicano.
Atentamente,
Hipólito Mejía
Presidente Constitucional de la
República Dominicana
Período 2000-2004
Hasta el dia de hoy y de los que quedan por venir seguimos esperando las respuestas del Presidente actual.................

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